Siempre he vivido con ese sentimiento de pérdida por anticipado, a sabiendas de que, lo que estoy viendo, no es para siempre.

Siempre he vivido con ese sentimiento de pérdida por anticipado, a sabiendas de que, lo que estoy viendo, no es para siempre.

Siempre he vivido con ese sentimiento de pérdida por anticipado, a sabiendas de que, lo que estoy viendo, no es para siempre.

Y ayer, llegando a mi casa, divisé al fondo del valle la nave industrial con la que, en mis pesadillas, había soñado.

Menos mal que tengo por delante las hojas verdes del castaño y unos maizales de cinco metros de alto con sus cabelleras rojas de estilos.

Como un escudo defensivo, los castaños y los altísimos maizales me dejan que siga soñando, mientras no llegue el invierno, que el paisaje es como era.

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Que pasen un buen día,

Mónica Fernández-Aceytuno

P.S. La foto de la cabellera del maíz es de hace unos días. Son los filamentos estilares que fuera de la mazorca toman su color rubio o rojizo y, según FONT QUER, “examinados con lente de aumento, estos filamentos aparecen como comprimidos, de manera que más parecen cintillas que hilos”.

(Se aprecia pinchando dos veces sobre la fotografía).

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