Pero si hay algo que me gusta especialmente de la playa es mirar a los charrancitos. (Crónica de Pilar López)

Pero si hay algo que me gusta especialmente de la playa es mirar a los charrancitos. (Crónica de Pilar López)

Pero si hay algo que me gusta especialmente de la playa es mirar a los charrancitos. Son estas aves como los charranes pero en pequeño y vuelan tan cerca del borde del mar que a veces se dejan caer en picado entre los bañistas para atrapar algún pequeño pez.

Pilar López

LO QUE VI EN LA PLAYA

En la Costa de la Luz, el Atlántico es caprichoso. Unos días amanece calmado, como una balsa, el agua a 17ºC, capaz de helar a los más valientes… y otros se torna tempestuoso, de bravo oleaje. Estos días el agua es más cálida y las olas dejan a veces en la playa algunos tesoros, como los huevos de sepia, que aparecen en racimos y son redondeados y de color negro. A los niños les encanta abrir los que están a punto de explotar y dejar caer la pequeña sepia dentro de un cubito con agua, y ver cómo se pone del mismo color de la arena del fondo, o se pone blanca si la coges en el cuenco de la mano con un poquito de agua. Algunas, aún siendo tan pequeñas, echan un chorro de tinta para defenderse.

A veces, el mar deja en la orilla algún animal muerto, como medusas (que nada son fuera del agua), cangrejos o algunos peces. Muerto en la arena he hallado uno que creo que es un pez aguja, aunque no estoy muy segura.

Entre las dunas cercanas a la playa, donde el Río Piedras forma su marisma, ahora seca en esta época del año, he buscado las flores amarillas, grandes y estrelladas, escondidas. Son los narcisos marinos. Encontré dos matas y una de ellas presentaba un racimo con abundantes frutos. Los cardos marinos son muy abundantes entre la arena de las dunas y también hay unas flores de color rosado que parecen silenes, aunque no sé bien a qué especie pertenecen.

Pero si hay algo que me gusta especialmente de la playa es mirar a los charrancitos. Son estas aves como los charranes pero en pequeño y vuelan tan cerca del borde del mar que a veces se dejan caer en picado entre los bañistas para atrapar algún pequeño pez. Es sorprendente estar bañándose y que de repente caiga un ave del cielo delante de ti y vuelva otra vez a alzar el vuelo desde el agua, así, como si nada. Lo que más me ha costado ha sido hacer una buena fotografía de estas aves, ya que cuando tengo enfocado alguno que viene por la orilla y voy a disparar, se lanza al agua y hago una foto del cielo… sin charrancitos, claro. No obstante, he conseguido hacer una que no está mal. Según le vi venir, disparé y así salió la foto, un poco desenfocada.

Y éstas son algunas de las cosas que he visto en la playa, sin dejar de elevar la mirada y observar el ancho y largo mar, el gran azul.

Un cordial saludo.

Pilar López.

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