6:33

“Cuál fue mi sorpresa cuando veo subiendo por la ladera a un meloncillo (Herpestes ichneumon) que viene directo hacia mí y que iba tan tranquilo porque no me había visto.”Crónica de ayer de Pilar López.

6:33

“Cuál fue mi sorpresa cuando veo subiendo por la ladera a un meloncillo (Herpestes ichneumon) que viene directo hacia mí y que iba tan tranquilo porque no me había visto.”Crónica de ayer de Pilar López.

6:33

“Cuál fue mi sorpresa cuando veo subiendo por la ladera a un meloncillo (Herpestes ichneumon) que viene directo hacia mí y que iba tan tranquilo porque no me había visto.”Crónica de ayer de Pilar López.

6:32

“Querida Mónica:

No había vuelto a ir por el camino que, atravesando una parte de la ladera de umbría de la Sierra de la Mosca, desemboca en la Mina de Valdeflores, antigua explotación (hoy en día abandonada) de la que se extraía ambligonita y estaño.

Durante un tiempo ya pasado, recorrí a menudo este camino para contemplar la naturaleza de este enclave, una auténtica joya a dos pasos (como quien dice) de la ciudad de Cáceres, ya que el camino de subida comienza frente al arroyo de Fuente Concejo, que corre paralelo a la carretera que lleva al campus universitario.

Esta mañana he vuelto a estos lugares.

Aunque sabía que la época de floración ya había pasado, mi objetivo principal era encontrar algunas matas de peonía (Paeonia broteroi) llamada también rosa albardera, que sabía que crecían en un lugar concreto: una ladera pedregosa y húmeda en la que las había visto años atrás y cuya imagen retenía en la memoria, aunque no recordaba exactamente el lugar.

Pues bien, las encontré. Las vi desde lejos y me adelanté emocionada mientras los demás se quedaban un poco rezagados.

Cuál fue mi sorpresa cuando veo subiendo por la ladera a un meloncillo (Herpestes ichneumon) que viene directo hacia mí y que iba tan tranquilo porque no me había visto.

Y claro, lo que suele pasar. Como buena observadora de la naturaleza, avispada y preparada, tenía la cámara dentro de la funda, bien guardada…Fue abrir la solapa y con el ruido el meloncillo me descubrió. Nos quedamos unos instantes los dos quietos, mirándonos, ninguno sabía bien qué hacer.

Como es lógico, el animal, al cabo de unos segundos, se dio la vuelta y se fue a trotecillo ligero (no piensen que corrió despavorido) ladera abajo, perdiéndose entre unas zarzas, y allí me dejó intentando desesperadamente sacar la cámara para hacerle una foto aunque fuera de espaldas, pero nada. Por supuesto, las dudas de los demás fueron grandes cuando les conté que había visto un meloncillo y que nos habíamos mirado cara a cara. Como no lo vieron, no se lo creían, qué le vamos a hacer.

En fin, otra vez trataré de tener a punto la cámara para demostrar, al menos, que digo la verdad.

Con respecto a las peonías, encontré tres matas que habían florecido ya hacía tiempo y tenían los frutos característicos de esta especie (que se ven en la fotografía) y que encierran unas semillas de intenso color rojo que luego se ponen negras.

He consultado el libro de Alonso Pizarro Calles (Plantas Medicinales en Extremadura) y comenta algo curioso acerca de las peonías, flores sin duda misteriosas.

El comentario parece más bien propio de un brebaje que vayan a preparar las brujas: “En las antiguas farmacopeas formaba parte de muchos preparados para tratar la epilepsia y las afecciones convulsivas; se mezclaba con cráneo humano, uña de alce, jacintos, oro batido, etc.”

Un paseo memorable el de esta mañana de domingo por la Sierra de la Mosca.

Un auténtico privilegio a dos pasos, insisto, de la misma ciudad de Cáceres.

Un cordial saludo.

Pilar López.

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.