HORMIGAS VOLADORAS

LAS HORMIGAS VOLADORAS

Por las hormigas voladoras se notó el pasado jueves, quince de julio, la llegada de la canícula, ese periodo del año en el que el calor es más fuerte.

Salieron todas a volar con los últimos rayos del día, los rayos que refrescan el campo. El sol caía despacio, sin ganas, como si estuviera también el sol un poco harto de su propio día y de su propio calor, mientras algunas hormigas aterrizaban sobre el pelo o los hombros o las manos de los que paseaban. Mirando atentamente el suelo, se notaba que estaba todo el asfalto lleno de hormigas negras y voladoras, con unas alas por las que se transparentaba el gris de la carretera. Caminaban con prisa, como si el asfalto les quemara, pero a la vez se veía que lo que buscaban era ese calor del camino. Probablemente, conservaba a esa hora la carretera la misma temperatura que las animó a abandonar la frescura del hormiguero, y que yo siempre imagino como algo parecido a esa fresca oscuridad que tienen las porterías de las casas antiguas durante la canícula.

Las hormigas voladoras más grandes, son las hormigas princesa, y las más pequeñas, son los machos, que mueren tras el vuelo nupcial. Fue una pena que murieran creyendo que la tierra estaba toda asfaltada.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 19-7-2004

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