CUCO

AL CANTAR EL CUCO

El canto del cuco suena a madera, como la nota de una flauta que se oyera sobre el caer del agua de las cataratas guaraníes.

No han logrado ser puntuales los relojeros en la imitación del canto del cuco, pues no se trata de dos notas secas, sino hondas y volanderas, igual que cuando un pianista ruso toca una pieza de Mozart y la última nota vuela por la sala y crea un estanque de silencio. No se oye nada más cuando canta el cuco. Sólo el fondo de agua que hacen las ramas al moverse con la brisa y las ondas de estanque que crean esas dos notas.

Se oye estos días al cuco, a primera hora de la mañana, y se diría que no está cantando un pájaro, sino un alma en pena. Es el macho el que canta. La hembra, tal y como adjetivan los ornitólogos, sólo burbujea. Cuando se queman los bosques o se talan, lo primero que se deja de oír es el canto del cuco, pero su ausencia pasa desapercibida hasta que después de muchos años se oye una mañana, y entonces nos acordamos de cuánto echábamos de menos lo que ya habíamos olvidado.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 15-5-2006

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