Dicho de los mirlos: cantar. No chilrían los mirlos entre…
chopo.
m. Populus nigra, también para Populus alba.
En general, los árboles crecen mejor un poco juntos, como
vuela más segura una bandada de gorriones en otoño por
los sembrados. Esa unidad parece que les da fuerza, y aunque
los árboles no pueden volar como los pájaros, ni nadar
en cardúmenes como los peces, si se les pone a crecer sin
una excesiva separación, lejos de hacerse la competencia,
que se la hacen al quitarse la luz del sol y el aire que pasa
y el agua que cae con la lluvia, se diría que adquieren fuerza
para elevarse hacia el cielo agarrados con las manos de
la tierra que son sus raíces. En ocasiones, se quedan dos
pies de árbol en collera, como unidos por un collar, y que
no necesariamente tienen que formar una pareja, pues los
castaños, que son monoicos, hacen una sola copa con forma
de corazón si se les pone a crecer juntos. Solo mirando
los troncos, se ve que son dos árboles distintos. En mi aldea
había dos castaños, que parecían uno, en una finca muy
cerca de mi casa. Un día, uno de ellos se fue marchitando,
hasta morir de tinta, quedando seco en pie, como quedan
los árboles cuando la vida se les va volando como uno de
esos pájaros que se posó en sus ramas. Cada primavera, resultaba
más triste, no tanto el árbol sin vida, hundido como
un barco en el silencio, sino el que estaba vivo, el árbol más
solo de la Tierra. También los chopos, siendo dioicos, macho
y hembra en pies de árbol separados, pueden crecer
unidos, cada uno con su copa apuntando al cielo, pero haciendo
el mismo ruido con el viento que pasa, repitiendo
con las hojas el rumor del agua que bebieron por sus raíces.
Mónica Fernández-Aceytuno
“EL VIAJE DEL AGUA”
FUNDACIÓN AQUAE