Éste de la foto es un macho llamando a las hembras desde un pequeño muro a la orilla de un campo de trigo.

La catalpa
El árbol, la catalpa, está un poco desmejorada por las obras que hicieron a su alrededor el año pasado, pero me alegra ver que aún da estos frutos en legumbre más largos que un antebrazo, y cuyas semillas son las primeras que planté en la vida, en el alféizar de esta ventana de la casa de mis padres.
Todavía me asombra que con un poco de luz, agua y tierra, una semilla de un árbol.
Mónica Fernández-Aceytuno