Cartas del Congo (6)

Cartas del Congo (6)

Lo único que me consuela de haber regresado del Congo es escribir estas cartas con las notas que fui tomando durante el viaje, para poner en claro todo lo que fuimos viendo. ¡Cuánto lamento no habernos podido quedar más tiempo! Ya no es sólo que me hubiera gustado poder recorrer todo el país, que es algo así como decir que quieres recorrer toda Europa; es que, sencillamente, me hubiera quedado días y días en la reserva Lola Ya Bonobo, ayudando en lo que pudiera, observando a los bonobos, fotografiando las flores entre las que viven, poniendo nombre a todos los árboles, y a los pájaros, como las garzas blancas y unos martines pescadores que había, muy pequeños pero con un colorido muy vivo, las plumas muy azules, el pico muy rojo. Hoy además, que hace tanto frío, echo de menos aquel calor con el que la piel brillaba tanto que parecía aún más blanca, pero ¿por qué me sentía tan bien allí? que incluso he vuelto con más fuerza, como si aquella tierra me hubiera llenado de energía para afrontar todos los proyectos que aquí me esperan, y que quiero compartir con todos vosotros.

Creo que nunca antes tuve tantas ganas de escribir como ahora. Me duermo y estoy deseando que empiece el nuevo día para llevar a cabo todas y cada una de las cosas que me he propuesto desde que regresamos del Congo.

Os dejo esta noche la sexta carta que se publicó en ABC el sábado.

Un fuerte abrazo para todos,

Mónica

Cartas del Congo (6)

Queridos lectores: el río de los días nos alejó de los bonobos con quienes compartimos el 98,7% de los genes. Separada por el agua que temen, me encuentro de frente con ellos, al fondo un telón de bambúes gigantes y la selva primaria a la que protegen con su existencia en Lola Ya Bonobo, el paraíso, la reserva fundada por Claudine André. Esbeltos, andan de pie. Largos los brazos y las piernas. Grandes los pies y las manos. Aprehenden herramientas. Son muy promiscuos. Las hembras tienen mamas. Andan con la cría en brazos. O se sientan y la observan como si le cantaran una nana con la mirada. El agua del río Congo separa el territorio de estos pacíficos bonobos de los agresivos chimpancés, en la otra orilla. Quizás un ancestro común se vio arrastrado sobre uno de esos trozos de tierra que arranca el río y, alejado, evolucionó. Lo digo con el pensamiento hecho escritura, esa agua.

Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, sábado 13-2-2016

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