BALLENAS FRANCAS

BALLENAS FRANCAS

Se ve un chorro en forma de «V».

Eso es lo que distingue a las ballenas francas (Eubalaena australis) que acaban de aparearse junto a la costa uruguaya. En el horizonte, todo son olas blancas, que llegan haciendo ruido, y se deshacen en una orilla en la que se mezclan la arena y la bruma marina, y todo se ve como en un sueño.

A mi derecha, por esa regla no escrita por la que las personas se unen en bandada en las playas, a la manera en la que se juntan los correlimos, hay un grupo de pescadores que echan los anzuelos a la corvina negra, la cual llega ahora, cuando se marchan las ballenas. Ponen una sombrilla tumbada contra el viento, y allí se juntan a tomar mate, mientras las cañas quedan clavadas con un soporte muy cerca de la orilla, tras lanzar el sedal lejísimos con un trapo oscuro atado que les indica de lejos, porque se mueve hacia el mar, si el pez ha picado.

A falta de sombrilla, extiendo mis dos largos pañuelos en dos postes, y hago una suerte de jaima como las de mi pobre pueblo saharui, y al atar los extremos para detener el viento veo que el tronco tiene balanos, crustáceos como los que colonizan la piel de las ballenas. Callos, se llaman. Y por esas manchas blancas sobre su piel oscura, se puede distinguir de qué ballena franca se trata, al igual que cada lince es diferente por el dibujo de sus manchas negras, y así se concluye que no sólo cada especie es distinta, sino que dentro de la misma especie, es distinto cada individuo.

Más allá del faro de José Ignacio, solo hay olas y arena, y lagunas llenas de ostreros y cigüeñuelas, y alguna casa envuelta en la bruma de la soledad, cuyas ventanas, ojos mudos, brillan al sol y son espejo del respirar de las ballenas.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, Lunes, 30-11-2009

Fondo de Artículos

de la Naturaleza de

www.aceytuno.com

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito