VIOLETAS

VIOLETAS EN EL SUELO

Es difícil esconder la belleza. Está ahí, siempre. Y da igual que se guarde en la memoria, que no se vuelva a nombrar en la vida, porque la belleza siempre vuelve, con el sol, o con una nube, de forma invariable, aunque no la apreciemos, aunque aparezca en medio de la tristeza.

Sin embargo, hay días en los que para escribir de pájaros, de árboles, o de estrellas, me tengo que decir una y otra vez en voz alta las palabras de León Nikolaievich Tolstòi (1828-1910) al iniciar “Resurrección”: “En vano millares de hombres, amontonados en un breve espacio de terreno, se esfuerzan en mutilar la tierra en que se apretujan; en vano tratan de aplastar el suelo bajo las piedras para que la germinación sea imposible; en vano arrancan la postrera brizna de hierba; en vano impregnan el aire de petróleo y de humo; en vano cortan los árboles y sueltan las bestias y pájaros, porque hasta en la ciudad, la primavera es siempre primavera.”

Y en el campo: en vano pasó el fuego por encima, en vano el jabalí hozó la tierra para hacer su cama; en vano el ganado comió los brotes, porque ayer todo el suelo se llenó de violetas florecidas, bajo una luz de bosque umbrío, bajo una sombra acribillada sólo de luces.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 31-3-1999

Fondo de Artículos de

aceytuno.com

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito