PENSAR

PENSAR TODO SEGUIDO

Me iría adonde fuera para pensar todo seguido. Los hombres, si hay algo que envidio a los hombres, o al menos les envidié hasta que inventaron los teléfonos móviles, fue que pudieran pensar todo seguido.

“Que nadie me interrumpa”, es una frase que a mí me encantaría decir en voz alta y que se la tomaran en serio. Pero aún poniéndome en la mejor de las situaciones, mi cabeza estaría compartimentada igualmente en mil cosas, cuando yo quisiera ocuparme de un solo asunto, de uno o de mil, pero al fin de todos más o menos sensatamente juntos y no esta mezcolanza en la que encuentro el libro de francés que falta para iniciar el curso, qué poner de comer hoy, y que tengo que sacar la ropa del invierno. Por cierto, hoy llueve.

Me iría a cualquier parte. Me acuerdo una vez que fui nada menos que a Chicago, diez horas de vuelo, qué maravilla, diez horas seguidas pensando, leyendo, viendo sin interrupciones una película, sin nada que hacer más que divagar, todo para pasar en Chicago una sóla mañana, y me decían, pero ¿estás loca?, ¡si no te va a dar tiempo a ver nada!. Ah, pero y lo que pienso por el camino.

Eso es lo que me gusta de los viajes, pensar por el camino. Hasta me gusta ir en metro. La de cosas coloreadas que imaginé yo con la frente pegada a sus oscuros cristales. Y el autobús, el autobús urbano es una delicia, ver desde arriba cómo camina la gente por las aceras. Últimamente, casi todos van hablando por teléfono. Me pregunto si esto tendrá alguna consecuencia en el desarrollo de la humanidad, si este discurrir del pensamiento breve e interrumpido acortará también la capacidad intelectual de la humanidad. Mira que se habla de la salud del cuerpo, que si no es bueno fumar, que si los niños están obsesos, que hay que hacer ejercicio, pero ¿y la mente?, ¿es que a nadie le importa que ya no se pueda pensar sin ser importunado a cada rato por soniquetes rarísimos?

Me iría de viaje ahora mismo a cualquier parte. Otra vez a Chicago, una mañana, al hotel Drake, junto al lago Michigan. Me acuerdo que en la recepción había una señora tocando el arpa. Me iría si no fuera porque este periódico publicó hace unos días la temible noticia: van a autorizar el uso del teléfono en los aviones.

Casi mejor me voy a dar un paseo, protegida de la lluvia y de las ondas con mi paraguas verde.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, Sábado 6-9-2003

Fondo de Artículos de

aceytuno.com

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito