mergo

m. Vernáculo muy antiguo que podría referirse a cualquiera de las aves acuáticas que se somormujan para bucear, para nadar a somormujo, como peces con alas.

Nadar a somormujo, si el lápiz de mi oído no me engaña, es la expresión que pronunció hace cinco días Rafael Sánchez Ferlosio, flamante premio Mariano de Cavia. El somormujo es un pato que parece un señor, un caballero de esos que pintaba el Greco, con sus golas en el cuello, y que al somormujo se le caen cuando acaba el verano. Sus colores se diría que se hicieron, sobre un fondo blanco, con el limo de la orilla del lago, y con la sombra de las espadañas. Tiene la costumbre de sumergirse, de somorgujarse, casi un minuto bajo el agua, aunque su nido flota, y en su reflejo, se ve al somormujo incubando cabeza abajo, el cielo azul, y alguna nube que pasa. Como un escritor arrepentido suele el somormujo ingerir sus propias plumas, pero nadie ha encontrado todavía una explicación clara para ésto, como tampoco resulta fácil discernir qué ave es el mergo, origen de su nombre: somormujo: submergulus: pequeño mergo que se sumerge. Según Ramón Sáez-Royuela, Miembro Fundador de la Sociedad Española de Ornitología, el mergo es un vernáculo tan antiguo que no tiene fácil asignación, y no es el cormorán, el cuervo marino, sino que podría ser cualquiera de esos patos que nadan hoy a somormujo en los lagos como peces con alas.

Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 1-7-2002
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