Arrimar la tierra al tronco de los árboles y de…
luz
f. Agua que empapa los días.
Como la prueba única de una estampa en un archivo, pasó desapercibido durante siglos en la montaña el pechiazul. No resulta difícil colegir por qué, al descubrirlo, se le puso ese nombre, teniendo el macho ese color azul de bandera sueca en el pecho, Luscinia svecica, el mismo género del ruiseñor, más anodino pero mejor cantor, como si tampoco las aves pudieran tenerlo todo. En las Marismas andaluzas donde inverna le llaman espejito quizás porque se diría que las plumas del pecho reflejaran el cielo. Y ahora resulta que esta ave cría también ya fuera de la montaña, en los cultivos abandonados, como en un centenal de La Bañeza, donde Juan Carlos Martínez Salvadores lo retrata, caminando por la tierra donde anida, bajo las jaras, o mojándose el pecho azul en el agua. Nadie le ha contado a este pájaro que ya es primavera, pero lo sabe por la luz, esa agua, empapando los días.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 22-3-2014
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