LAS MEDUSAS

LAS MEDUSAS

Con su puño gelatinoso, se disponen a echarnos un pulso sin voluntad, por arrastre, las medusas.

Las medusas, como las sepias, sólo son hermosas bajo el agua. Si el que bautizó a las sepias hubiera sido aficionado al buceo, aún a riesgo de que se le aguara la tinta, las hubiera llamado de otra manera menos parda porque las sepias en el mar son violetas y azules y turquesas y rosas, y se colorean todavía más si las encierras en uno de esos charcos que deja el mar en las rocas. La sepia es un animal que insulta en colores. Y mientras las ortigas pican en verde, las medusas lo hacen con los tonos del arco iris, e incluso hay especies que, si se ven perturbadas, se iluminan con la luz de las luciérnagas y se encienden bajo el agua.

Pero toda esta maravilla se apaga en la arena; lo cual no quiere decir que ya no piquen porque las medusas pican después de muertas e, incluso hechas pedazos, son urticantes. Por eso este pulso con redes, avistamientos y capturas, va a ser muy difícil ganarlo, por no decir imposible, y puede que el turismo de «sol y playa» esté hoy a punto de cambiar a un turismo de «sol y piscina» o de «sol, nube, lluvia y playa».

Se le echa la culpa al clima y a la pesca, pero yo tengo para mí que estos enjambres de medusas tienen más que ver con la acumulación humana en la costa y su elevado consumo de agua dulce en la estación más seca y el exceso de materia orgánica vertida sin control al agua marina.

Que la atmósfera no nos haga olvidar nuestra cuna, que es el mar. Hay que pensar por qué, con sus brazos de agua, sin ni siquiera voluntad, nos están ganando el pulso las medusas cada verano.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, Lunes 11-6-2007

Fondo de Ártículos de

aceytuno.com

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