7:33  Por no llegar a tiempo a la radio mientras estibábamos las cosas para salir al mar, no escuché que había alerta amarilla por mar de fondo. Nunca terminas de aprender que el mar no tiene que ver con el sol…

7:33 Por no llegar a tiempo a la radio mientras estibábamos las cosas para salir al mar, no escuché que había alerta amarilla por mar de fondo. Nunca terminas de aprender que el mar no tiene que ver con el sol…

7:35 Y en el día más espléndido, el mar está revuelto y sube y baja como si unas manos lo estuvieran amasando por el fondo.

Son olas que vienen de otros lugares queriendo romperse en la costa, y mientras navegas tienes la impresión de estar subiendo y bajando montes. Así que nos resguardamos en la ensenada de Cirro donde unos marineros arreglaban las cuerdas de las bateas. Usan los mismos barcos que se utilizan para la pesca. También hay aquí piscifactorías. Son marineros de tierra firme, o de la tierra casi firme que es la batea, al estar anclada al fondo.

Un cormorán seca sus alas al sol posado en uno de los troncos de eucalipto de la batea. Aunque tumbado el tronco y sobre el mar, al final siempre es lo mismo: el ave posada en el árbol.

Junto al cormorán me di un baño en este mar que estaba muy frío pero que me quitó diez años del alma.

Al regresar al puerto, salían en sus grandes barcos los marineros que pasan la noche en alta mar pescando. Quizás un día nadie tenga tanto valor como ellos.

Feliz fin de semana y hasta el lunes,

Mónica Fernández-Aceytuno

P.S. Un nuevo lector-fotógrafo recién llegado de Estocolmo, nos envía la fotografía en la que se ve cómo estaban en las calles de Estocolmo los cerezos.

La de portada de hoy, es una de ellas, y otra, más de cerca, se puede contemplar ahora mismo en el TABLÓN DE LOS LECTORES.

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