Ayer por la mañana, cuando por aquí estaba empezando la famosa ciclogénesis explosiva, me dí un paseo por la solana de una dehesa de la Sierra Sur sevillana. Estaba al asocaire y apenas se notaba el viento. Me acompañaba mi nieta Reyes que aparece en la foto entre preciosas matas de romero. Hemos batido este invierno todos los registros de lluvia y lo que nos ha “entorpecío” en las actividades agrícolas ha favorecido a las dehesas. Los romeros han florecido en su tiempo y presentan este magnífico aspecto. Como es natural, ni Reyes ni yo nos hemos resistido a cumplir fielmente con el viejo refrán andaluz: “El que vea un romero y lo deje, del mal que le venga no se queje”.
Un abrazo. Joaquín.
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