Es asombroso cómo se quedan inmóviles camuflados sobre el terreno, hasta el punto que hace algunos años conseguí fotografiar a una pequeña liebre que se encontraba al pie de una encina, tocándola incluso con la mano.
Este artículo lo ha escrito
Post relacionados
Por Manu Esteve.
Querida Mónica, te mando mi historia de amor con la tórtola, a la que, como te he dicho, llamo "paloma-búho" desde que la descubrí.