Es suficiente con que uno de los dedos del sol señale un instante un mirlo en un abeto, o una fuente del parque.
MF-A
MF-A
Ella no se pregunta si puede mirar el mundo, ni tan siquiera se cuestiona si el cielo por donde vuela es suyo pero lo que sí sabe y muy bien quién es su enemigo su cautivador.
Juan Barba Vidal
Juan Barba Vidal