jara.

m. Cistus laurifolius, también para la jara pringosa Cistus ladanifer y otras especies del género Cistus.

Las tormentas de primavera tiran al suelo las flores blancas
de las jaras. El agua de la lluvia resbala por sus hojas
cenicientas y viejas, que son las del año pasado; y por las
nuevas, de un verde claro, verdegay, que es el verde de la
vegetación cuando brota. Aunque por la forma recuerden
estas hojas a las del laurel, nada tienen que ver en el tacto
ya que en las jaras se te quedan, incluso sobre las hojas
más tiernas, los dedos pegados, como si estuvieran recién
pintadas con la resina balsámica por la que llaman, a las
jaras, pringosas. Resulta curioso que al pechiazul no le importe
que se le puedan pegar las plumas en sus ramas, y
anide bajo las jaras haciendo un sencillo cuenco de hierbas
que sitúa directamente en el suelo, al abrigo del jaral. Se
llama ruiseñor pechiazul porque, aunque las hembras son
más anodinas, los machos lucen en el pecho un llamativo
color azul. Pero cantan peor que el ruiseñor común, como si
tampoco los pájaros pudieran tenerlo todo. Sin que nadie
se lo cuente, sabe el pechiazul que ha llegado la primavera
por la luz, esa agua, empapando los días, mientras ve caer
con las tormentas, incubando bajo las jaras, la lluvia y las
flores blancas, como paracaídas.

Mónica Fernández-Aceytuno
“El viaje del agua”Fundación AQUAE

Nombres vernáculos del táxon Cistus ladanifer

Castellano: jara, jara común, jara de las cinco llagas, jara mora, jara negra, jara pringosa, lada ladón.

Catalán: estepa ladanífera, estepa negra.

Euskera: txara, txaraka, txaraska.

Gallego: esteva.

Portugués: esteva, xara.

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