Las bellotas de la encina, como las de la fotografía, no acaban de llegar a su sazón, la montanera, que es la época en la que se engordan los cochinos de las bellotas, se ve peligrar.
               J.C.Delgado Expósito

Las bellotas de la encina, como las de la fotografía, no acaban de llegar a su sazón, la montanera, que es la época en la que se engordan los cochinos de las bellotas, se ve peligrar.
J.C.Delgado Expósito

Las bellotas de la encina, como las de la fotografía, no acaban de llegar a su sazón, la montanera, que es la época en la que se engordan los cochinos de las bellotas, se ve peligrar, pues el fruto de las encinas si no llueve no cuaja, así que muchas de esas bellotas se están cayendo aun verdes.

Juan Carlos Delgado Expósito

LA OTOÑÁ QUE NO LLEGA

A estas alturas del mes de Octubre, los campos de la Baja Extremadura, la mayoría, se encuentran en una situación que más bien parece que sea primavera o incluso verano. Los pastos y las tierras continúan secas, pues a excepción de algunas tormentas caídas al principio del otoño, el agua ya no ha vuelto a hacer acto de presencia, y la tierra sedienta se la ha bebido toda. Algunos embalses como el de Valuengo, en Jerez de los Caballeros, se encuentran al cincuenta por ciento de su capacidad. Mala situación.

Las bellotas de la encina, como las de la fotografía, no acaban de llegar a su sazón, la montanera, que es la época en la que se engordan los cochinos de las bellotas, se ve peligrar, pues el fruto de las encinas si no llueve no cuaja, así que muchas de esas bellotas se están cayendo aun verdes.

El romero está florecido, los rosales, algunos de los cuales otros años por esta época casi estaban ya para ser podados, están floreciendo otra vez y otras muchas plantas están rebrotando. Las hojas de los olmos y los chopos no acaban de caer, los árboles las están reteniendo, ¿Cambio climático?.

Un macho de roquero solitario, entona cada mañana sus reclamos desde lo alto del castillo de Fregenal de la Sierra como si estuviera en celo, para más tarde picotear en el suelo de la plaza, siempre en el mismo sitio y a la misma hora. Parece primavera.

Las avispas están tan activas como en verano, lo se porque el otro día me pico una en un dedo y además se mueven muy espabiladas por todas partes, incluido el interior de las granadas, muy abiertas ya.

Las currucas capirotadas picotean las acebuchinas, los frutos del acebuche, el olivo silvestre. Por todas partes se oyen los tiros de los cazadores que ahora cogen a deseo el gatillo, pues la veda hace poco que se abrió.

La otra noche desde el patio de mi casa, que sigue siendo muy particular, escuché los cantos de algunos ánsares. Y una lechuza revoloteaba, como siempre, entre los olmos que tengo cerca de casa.

Necesitamos el agua, ya, así que tendremos que entonar aquella canción que antaño se cantaba en nuestra tierra:

“Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva, los pajaritos cantan,

las nubes se levantan, que caiga un chaparrón en medio de la estación…”

Pues eso, que llueva ya.

Juan Carlos Delgado Expósito

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