ESPECIES

DESORDEN DE LAS

ESPECIES

Si en el siglo XIX se habló de evolución, y en el XX de conservación, en este siglo se hablará de desorden, del desorden de las especies.

Las especies se han expatriado, han saltado más allá de sus barreras biogeográficas, arrastradas por estos tiempos en los que parece que el hombre y sus mercancías, con su cohorte de especies, más que moverse, hubieran entrado en un programa de centrifugado. Sucede desde el principio de los tiempos: hasta las especies de ranas vuelan de una charca a otra en forma de ristra de hialinos huevos, en las patas de las aves migratorias. Y con los pasos del hombre: se puede saber qué especies le acompañan cultivando el barro de sus zapatos, donde se incrustan las semillas de las flores que ha visto mientras paseaba. Pero nunca hubo tantas especies fuera de sitio: algas, cangrejos, árboles, reptiles, peces, mosquitos, hormigas, mejillones, mariposas. La actitud ante este desorden fue en principio la de un ama de casa, olvidando que lo que se ha desordenado no son cosas, sino especies. Ahora, en los boletines que nos envían del Colegio de Biólogos, los proyectos que nos proponen están cada vez más relacionados con el estudio de estas especies alóctonas o invasoras, poniendo en valor, frente a la inútil lucha, la aceptación, la resignación ante los hechos.

Hace unos días leí una frase del escritor Paul Auster que me tiene impresionada, con esa impresión que causan las frases cargadas de verdad, y es: “Cuando pasa algo, continúa pasando siempre”.

La vida va a seguir, la vida siempre sigue, pero va a seguir, ya para siempre, de otra manera.

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