Son las cinco de la madrugada y aún no ha amanecido.
No sé por qué me despierto tan temprano, cuando no tengo que madrugar. La panadería Gontran Cherrier no ha abierto. La veo desde aquí, sus persianas negras bajadas, las que dan a la calle Tourlaque, donde vivió Toulouse-Lautrec.