TOPILLOS

LOS TOPILLOS

A vista de pájaro se ven los enormes círculos verdes que le han salido al campo en la Meseta Norte.

Cuando todo era secano y la única sombra era la del frutal junto a la caseta de los aperos, bajo la que comía y dormía el agricultor la siesta, no había ni un topillo campesino. Su distribución se limitaba a los sistemas montañosos del Norte hasta 1980, cuando algunos investigadores empezaron a darse cuenta de que el topillo campesino -Microtus arvalis-, tan de los herbazales, empezaba a aparecer por la Meseta Norte, con los nuevos regadíos. En Europa, siempre hubo topillos. Y saben allí que su ciclo comprende explosiones demográficas cada tres o cuatro años por lo que, sin hacer absolutamente nada, los topillos desaparecen de los campos tras haber sido una plaga. Quiero decir que por mucho que ahora intenten ponerse la medalla porque este año casi no haya topillos, de lo único que tenemos mérito es de haber echado al campo toneladas de un veneno apropiado sólo para los lugares cerrados; y el campo no es un almacén, ni el desván de una casa.

Tampoco se ha dicho que el año pasado se recolectó la mejor cosecha en treinta años, y que los precios de los cereales casi duplicaron, por la demanda, sus precios. Y hay que irse haciendo a la idea: a más cosecha, a más regadío: más topillos. Pero sus daños se concentrarán siempre junto a los cursos de agua.

Ayer el día se templó en Alaejos, donde los círculos de remolachas verdean ya bajo el azul del cielo.

Es curioso que el topillo tenga exactamente el mismo número de cromosomas que nosotros: 46.

A vista de pájaro, parecemos topillos sobre la Tierra.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 2-5-2008

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