SILURO

ACTUALIDAD NATURAL

MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO

ABC, Lunes 19-1-2001

EL SALTO DEL SILURO

Hablamos del agua como si estuviera vacía. Y la llevaremos de un sitio a otro creyendo que sólo llega el agua, insípida, incolora, anodina, aunque con cada metro de canal construído le estemos dando a los peces alas para que vuelen del Ebro al Júcar.

A veces, parece casi un misterio la forma en que los seres que habitan el agua se dispersan por el mundo. En nuestros embalses viven medusas chinas, y a la orilla del mar hay algas japonesas de varios metros de largo que llegaron, pequeñísimas, enganchadas al ancla de un barco, o en el interior de un molusco. No suelen viajar los habitantes del agua como adultos sino como propágulos, como posibilidad nueva de vida, y mientras las semillas que viajan por el aire, habitantes de la tierra, encuentran obstáculos geográficos a cada paso, una montaña, un mar, una persona que se cruza en su camino; los propágulos de algas, las larvas de medusa, las huevas de los peces, colonizan el agua a una velocidad asombrosa, tanta, que aún viviremos para verlo.

Ayer, bajo un cielo cubierto y vientos del nordeste, anduve buscando peces voladores entre África y Lanzarote, pero los encontré en el Ebro, siluros de cien kilos de peso que nadan por el río y sus embalses, a punto de dar el salto a Valencia.

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