ROSA Y LINO

LA ROSA ANTIGUA Y EL LINO VIEJO

Ha florecido la primera rosa en Manzanares el Real, en Madrid. Es una rosa de un rojo cobrizo, de mucho aroma: se llama rosa Senegal y vive entre cientos de rosales antiguos cuyos nombres conocen Angel González Esteban, rosalista, y su mujer, María Teresa Gómez Batanero.

Detrás de cada nombre de rosa hay otros nombres: Mallerín, Meilland…y una historia distinta para cada rosa, aunque hiciera el mismo invierno para todos los rosales: muy bueno, según Angel, por ser más bien frío, ya que el rosal necesita un tiempo de descanso; de ahí que los rosales espontáneos se den bien en los lugares de inviernos fríos y veranos calurosos, como la Península Ibérica, y, sin embargo, estén ausentes en Brasil.

El invierno fue el mismo también para el lino silvestre, más viejo que la tierra, cuya única historia es la de los campos azules y la de los tallos verdes, con los que se hilaba el lino y se tejían las velas para los barcos. Aquí y allí está floreciendo el lino más bravo con la fuerza de una rosa antigua, aunque ya no le espere una mirada, ni un nombre, ni el mar, ni el viento: florece como si no se hubieran quemado ya todas las ruecas, como si todos los barcos no hubieran ya naufragado.

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