ROBLE

ACTUALIDAD NATURAL

MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUN

ABC, Lunes 2-10-2000

EL PUNTO DÉBIL DE UN ROBLE

No hizo frío, ni viento, ayer en Jaunsaras, en Navarra, pero llovió de forma tan copiosa que ni siquiera Begoña, de la serrería, pudo acercarse a uno de esos dos robles que germinaron cuando la Tierra no era redonda.

En uno de ellos vió Gabriel Iguiñiz, experto en árboles monumentales, un poco de madera donde el tiempo no ha borrado aún la edad y en la que se lee: cinco siglos de hojas, de bellotas veceras, de lluvias, de soles que han convertido al brinzal en un muñón bajo con rebrotes todavía verdes. Y así podrá seguir mucho tiempo si nadie toca su punto más débil, que no es el tronco que se ahueca, ni las ramas que atraen las tormentas y en las que el viento se entretiene. El punto más frágil de un roble son sus raíces y el suelo que las rodea, donde el sistema radicular, se vuelve con los años tan extrañamente superficial, que recuerda a las manos de un anciano.

Cualquier pavimento o peso innecesario que pueda compactar la tierra como la losa de una visita, es peor que la peor de las tormentas, o el peor vendaval de otoño. Para un roble que es monumento no hay mejor día que un domingo lluvioso.

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