PLUMAS DE NICOLE

LAS PLUMAS DE NICOLE

Un ligero resfriado y la lluvia y la tristeza que antecede a la primavera, me ancló al sofá, mientras ofrecían en diferido la entrega de los Globos de Oro.

Sonreí al final, cuando Nicole Kidman apareció adornada con dos plumas de pavo, lo cual me trajo el recuerdo de mi cuñado invitado a cazar en una finca, y un animal que se le venía encima, y dos disparos, pum, pum, y algo que se cae al suelo, !pumba¡, y que resultó no ser un pato, ni una liebre, sino uno de los pavos reales que adornaban el jardín de la casa.

Creo que después los quitaron todos, porque el pavo real es un ave muy agresiva cuando está en celo y le da por perserguir a los cazadores novatos.

Estas plumas, además, me traen el recuerdo sombrío de la consulta de un dentista y su horripilante salita de espera, donde había un jarrón lleno de plumas de pavo real descoloridas por el polvo y por el paso del tiempo, o por la mirada de sufrimiento anticipado de los que esperábamos en aquel callejón sin salida.

Empero, que alguien lleve hoy un adorno natural es raro. Ya no quedan damas de las camelias ni emperatrices que se adornen con hiedra sino que más bien son todo flores de mentira, broches con forma de mariposa, plumas sintéticas.

Por aquí viene a desayunar en verano la madre de una amiga y siempre trae puesta una flor, y entre sus ojos azules, el pelo blanco, la blusa impecable y el azul de la hortensia, a mi me parece Santa la elegancia en persona mientras se marchita la flor según pasa la mañana.

Yo una vez llevé durante dos días una mariposa en un hombro. Igual que un loro con su pirata, así de tranquila iba conmigo. Por sus colores y sus ojos falsos, pintadas las pupilas en las alas, llaman a esta mariposa pavo real.

Pero no quiero terminar este artículo sin optar al premio a la metáfora más manoseada, convocada por Federico Marín Bellón en estas páginas, y escribo que, aunque los globos de Oro sean “la antesala de los oscar”, a mí me parece que nuestra película tiene un no sé qué de ojo falso de pavo, frente a “Los chicos del coro”, sencilla e inocente como la pluma de un pardal sobre la yerba.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, Jueves, 20-1-2005

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