PERDIZ BLANCA

PERDICES BLANCAS

Hay una perdiz que tiene los pies de una liebre y que se esconde en la nieve para no morirse de frío, como el “pichón de nieve” que acunó entre sus manos el poeta José Hierro para que no llorara de frío. En lo que va de invierno, Domingo de Mur Gabás, guarda de caza, ha visto ya por dos veces un bando de estas blanquísimas perdices en la reserva oscense de los Circos. Un día contó una docena, algunas todavía no del todo blancas, quizá por viejas, quizá por jóvenes, y al levantar el vuelo, se notaba que se orientaban entre ellas, pintando el aire blanco sólo de aleteo, sólo de ruido, en este lugar en el que un hombre no oye otra cosa que su respirar, y el sonido de sus propios pasos. A veces, al ir al sarrio, se ven las huellas de la perdiz ensanchadas por las plumas que les cubren los dedos, por lo que se dice que tiene el pie de liebre, y por lo que, además de perdiz nival, se las ha llamado lagópodos…Lagopus mutus. Como si llevaran en las patas guantes blancos, dejan en la nieve huellas amplias y sombrías.

Ayer en Bielsa, amaneció un poco nublo, y los coches que pasaban a esquiar a Francia, traían nieve de la noche, la nieve blanca que abrigará hoy a las perdices para que no lloren, para que no mueran de frío.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 30-12-2002

Fondo de Artículos

de la Naturaleza de

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