11:58

“A la Libélula en mi tierra le llaman “apaga candiles”, apodo o calificativo relacionado
precisamente por apagar la luz de la llama que emiten los candiles”

11:58

“A la Libélula en mi tierra le llaman “apaga candiles”, apodo o calificativo relacionado precisamente por apagar la luz de la llama que emiten los candiles”

LA LIBÉLULA

La Libélula me parece el insecto más elegante y armonioso que podemos

contemplar en la naturaleza. Quizá lo tuvo en cuenta la industria

aeronáutica para diseñar los primeros “aeroplanos”, aquellos de dobles alas

utilizados preferentemente en acciones bélicas. Hoy en día hasta los pilotos

de cazas de combate llevan cascos especiales de avanzada tecnología,

copiados casi como el frontal de este insecto , ¿no?.

A la Libélula en mi tierra le llaman “apaga candiles”, apodo o calificativo

relacionado precisamente por apagar la luz de la llama que emiten los

candiles, objetos que eran utilizados desde tiempos ancestrales en medios

rurales para alumbrar las moradas.

Como anécdota, quiero referirme a los campos en los que se realizaban hace

muchos años bailes o reuniones, alumbrados por candiles. Con la llegada de

la electricidad se introdujeron bombillas de color amarillo para ahuyentar

a los insectos. A los que no había forma de repeler era a los Mosquitos, ni

si siquiera, según los campesinos, poniendo macetas de albahaca, ellos

seguían succionando la sangre y además muy contentos por haberse

acostumbrado al olor que despedían estas plantas. He referido este hecho

porque la Libélula es una gran depredadora de mosquitos, pero su acción

quedaba ineficaz a altas horas de la noche. Su plato favorito son las Abejas

con las patas cargadas de polen, un manjar apetecido como un plato

caprichoso.

A la Libélula hay que reconocerle que tanto en pleno vuelo como en estado de

quietud es majestuosa y distinguida. Sus líneas perfectamente conjuntadas

en ángulos rectos tienen la armonía perfecta además de sus ojazos

tornasolados que la hacen incomparable con otros insectos como el Escarabajo

Pelotero, el Abejorro, el Grillo, el Avispón, o la Mantis que mueve la

cabeza como si fuese un pequeño robot nipón.

Es curioso que la Libélula no tenga muchos enemigos entre las aves que

solemos ver en nuestros campos. Quizá cuando la ven volar con esa majestad e

iluminando su camino con ráfagas tornasoladas, los pájaros se quedan

embelesados. Sólo el Abejaruco le tiene manía, como si fuese envidia de sus

colores brillantes y si puede se la come sin pensarlo más. La Rana también

es otro de sus enemigos, se la zampa hasta con alas, porque no entiende de

colores. Se cree que se merece todo lo que irrumpe en su entorno. Pensativa

y relajada se pavonea en su trono rodeada de nenúfares en un estanque

florido. Por cierto, la Rana y el Camaleón, cuando se están comiendo un

insecto se parecen a un antiguo jubilado comiendo almendras sin dentadura,

La Libélula es elegante hasta en el amor, contemplarla con su pareja parece

un signo egipcio esculpido en aquellos templos de piedra. Se posan alas

sobre alas, abdomen sobre abdomen, serias y quietas, una sobre otra en

silencio, sin gritos ni llantos. La pareja se apoya en lo alto de un junco

casi sin tocarse y sólo con un punto de contacto, para crear una nueva vida.

¡maravilloso!

La Libélula “¡qué bonito nombre!”, suena como a piropo de una amante de la

“Belle Epoque”. Es modelo para broches utilizados por las damas en las

noches de fiesta, como si fuese pájaro disecado cuajado de diamantes y

pegado como una lapa en el hombro izquierdo del traje negro. Tan presumida

es, que busca el junco más alto para hacerse ver, siempre mirando al norte,

en silencio, esperando pacientemente a su pareja pero exigiendo que cuando

aparezca éste, emita destellos de colores más brillantes que los demás,

semejante a un arco iris revoloteando y simulando a su príncipe azul.

Todo ello y mucho más es la naturaleza, hay alguien que la magnifica

delicadamente, “como gotas de agua”. Es hermosa, atrayente, infinita y

desconocida. ¡Qué maravilla!

Atentamente,

Jerónimo

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.