Normalmente los encuentro en los pequeños prados llenos de hojas de alisos y avellanos al lado del riachuelo.

Texto y foto de Dolors Suy

Normalmente los encuentro en los pequeños prados llenos de hojas de alisos y avellanos al lado del riachuelo.

Texto y foto de Dolors Suy

Os cuento lo que yo he observado a lo largo de estos tres o cuatro años que hago fotos de flores silvestres, porque antes paseaba por el bosque pero no veía nada.

Siempre me han gustado las flores y la fotografía.

Cuando empecé a fotografiar flores, el interés por conocer su nombre, sus características, su hábitat… empezó a crecer en mí como crecen ellas a su debido tiempo en su entorno.

El Galanthus nivalis, en castellano Campanilla de invierno y en catalán Lliri de neu, se compone de bulbo, membrana, dos hojas largas y estrechas, y el tallo con una única flor. Esta flor tiene tres pétalos exteriores de un blanco impoluto y tres pétalos interiores, también blancos pero ribeteados en su extremo en verde, que guardan en su interior los estambres, cortos pero de un amarillo intenso precioso. Viven en el bosque de ribera, les gusta la humedad y suelos ricos. Normalmente los encuentro en los pequeños prados llenos de hojas de alisos y avellanos al lado del riachuelo, a una altitud de 900 metros.

Como los tengo muy cerca de casa, cada año les dedico tres o cuatro sesiones fotográficas. A primeros de enero empiezan a verse en su primer estadío, un pequeño tallo del que emergen el capullo y las dos hojas protegidos por la membrana (en la parte inferior derecha de la imagen se puede ver en esta fase). En diez, quince días, las hojas abren paso al tallo del que pende la flor en su extremo superior, todavía cerrada. Y en la tercera fase, que coincide normalmente en febrero, la flor se abre, pudiendo apreciar sus mejores galas en dias soleados (como la flor protagonista de la imagen), ya que cuando nieva, llueve o hace mucho frío, aunque son muy resistentes, no se abren. A primeros de Marzo, ya empiezan a marchitarse. Este año los he visto con nieve, todo un lujo, ya que no siempre coincide su máximo esplendor con dicho fenómeno atmosférico.

Texto y foto de Dolors Suy

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