La primera vez que ví funcionar a uno de estos cajones lo relacioné inmediatamente con la forma en que los pescadores recogen las redes.

Joaquín

La primera vez que ví funcionar a uno de estos cajones lo relacioné inmediatamente con la forma en que los pescadores recogen las redes.

Joaquín

El uso de vibradores para la recolección de la aceituna se ha generalizado. Al mismo tiempo han ido surgiendo una serie de aparatos complementarios para facilitar la recogida de la aceituna derribada. Primero aparecieron los paraguas que, colocados debajo del vibrador, recibían la aceituna de la misma manera que anteanoche muchos niños se hacían con los caramelos que los Reyes de Oriente distribuían generosamente en las cabalgatas.

En los olivos más grandes, una parte importante de la aceituna vibrada caía fuera del paraguas. Se optó entonces por quitar los paraguas y cubrir el suelo del olivar con mallas (su nombre varía segun la zona: fardos, telones, etc), mallas que al terminar de vibrar se arrastraban para vaciar la aceituna en una pala que a su vez la descargaba en el remolque o en el camión para su transporte a la almazara. Se trata de una faena penosa, especialmente si se realiza en terrenos embarrados. Para facilitar esta tarea, se empezaron a fabricar unos artilugios que con el nombre comun de “cajones” realizan mecánicamente esta tarea.

La imagen se refiere a uno de estos cajones. Las mallas son arrastradas por un sencillo mecanismo accionado por la toma de fuerza del tractor vaciándose las aceitunas en el cajón que descarga directamente en el vehículo que ha de llevarlas al molino.

La primera vez que ví funcionar a uno de estos cajones lo relacioné inmediatamente con la forma en que los pescadores recogen las redes, cobrando el arte por medio de guinchos para subir las capturas al barco con un halado mecánico. Incluso me extrañó no ver el brillo de los peces moviéndose nerviosamente en el copo. Cuando hice este comentario, una de mis nietas más pequeñas saltó rapidísima: “Abuelo, sería estupendo que las aceitunas vinieran ya rellenas de anchoa”

Un abrazo fuerte. Joaquín

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