Hay plantas de jardinería que tienen la virtud de comunicar algo al que las visita. Es lo que ocurre con los áloes arborescentes, como el de la fotografía.

José Manuel

Hay plantas de jardinería que tienen la virtud de comunicar algo al que las visita. Es lo que ocurre con los áloes arborescentes, como el de la fotografía.

José Manuel

Hay plantas de jardinería que tienen la virtud de comunicar algo al que las visita. Es lo que ocurre con los áloes arborescentes, como el de la fotografía. Es agradable observar sus flores de color naranja intenso en un día nublado o frío, transmiten calor. Cuando ocurre que el clima del lugar además permite que en invierno haya días llenos de sol, como me ocurre afortunadamente a mí, además de la alegría que transmite el color de las flores, podemos entretenernos en observar las visitas de las abejas a las flores abiertas. Y ciertamente estas flores atraen a gran cantidad de abejas, porque tienen un néctar apropiado para ellas, e incluso atraen a los pájaros, porque se puede observar de vez en cuando a un gorrión tratando de libar del néctar de las flores.

Les ocurre a todas las especies de este género botánico, Aloe, que tiene un néctar compuesto de sacarosa, glucosa y fructosa en las mismas proporciones, y esto lo convierte en blanco del apetito de insectos y pájaros, es decir que además de polinización entomófila, esta planta puede tener también polinización ornitófila. Es quizá una consecuencia del origen de esta planta, puesto que procede del África del este, y África es un continente generoso. Además de proveer de alimento a insectos y pájaros, esta planta tiene también propiedades medicinales para el hombre, como por ejemplo, su hoja cortada y puesta sobre una herida, ayuda a cicatrizar y a quitar la infección, también tiene poder de quitar las arrugas de la piel.

José Manuel Guerra Sanz

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