Buenas. Anteanoche llovió por aquí tanto que no me extraña que digan que en Madrid las calles fueron anoche ríos, si es que el frente que pasó por aquí se fue hacia allí horas más tarde, y eso que perdió fuerza por el camino.

Buenas. Anteanoche llovió por aquí tanto que no me extraña que digan que en Madrid las calles fueron anoche ríos, si es que el frente que pasó por aquí se fue hacia allí horas más tarde, y eso que perdió fuerza por el camino.

Buenas. Anteanoche llovió por aquí tanto que no me extraña que digan que en Madrid las calles fueron anoche ríos, si es que el frente que pasó por aquí se fue hacia allí horas más tarde, y eso que perdió fuerza por el camino.

Estoy acostumbrada ya a las tormentas,y a cerrar el tiro de la chimenea y las puertas y las ventanas para que no haya corrientes, pues son los pasillos por donde circulan los rayos en una casa.

Por aquí cerca ha caído más de uno, sobre las cuadras, las casas, los árboles y las personas. Así que las tormentas hace tiempo que no me las tomo a broma, y anteanoche era un rayo tras el resplandor y el tronar del cielo, uno tras otro, y tal cantidad de agua que la tierra no tenía tiempo de absorberla y echaba a las lombrices afuera.

Tengo ganas de leer el libro de Darwin sobre las lombrices, y en el que habla de las toneladas de tierra que remueve cada una durante su vida. Siento curiosidad por saber qué pasa cuando llueve, por qué se llena la alberca de lombrices con la lluvia, y por qué se escapan del agua cuando golpea la tierra.

Que pasen un feliz día,

Mónica Fernández-Aceytuno

P.S. La foto de portada de hoy pertenece a la serie de Pilar López realizada el pasado fin de semana, esta vez de una “Tarabilla al atardecer”. Cuántas cosas se pueden llegar a ver en un mismo lugar en dos días.

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