INACHIS IO

EL BARRENDERO DE PÉTALOS

He pasado el fín de semana plantando una cereceda. Las varas no serían ni más largas ni más gruesas que una batuta, y no tenían flores, sólo unos botones verdes abrochados.

Ninguno era un cerezo de fruta, de esos que dan cerezas grandes y rojas, sino que eran cerezos de monte, cerezos de aves se llaman, Prunus avium, porque su fruto, una drupa oscura y pequeña, la comen sólo los pájaros. He plantado los cerezos contra el viento dominante, el del nordeste, para que los pétalos blancos pasen volando por delante de las ventanas. Así se verá el aire, como se ve rayando con un lápiz la cruz de una moneda bajo un papel en blanco.

Dice Stefanescu, experto en ecología de lepidópteros, que ayer domingo, encontró en el Montseny una docena de mariposas pavo real, Inachis io, despiertas y llenas de colores envejecidos en uno de esos caminos de sol que marcan los machos. Llegan a vivir estas mariposas nueve meses porque hibernan en una cueva, o en un garaje. Yo ví hace unos días una mariposa de los muros tirada muy cerca de un ciruelo cuyos pétalos blancos se desplazaban varios metros por el aire antes de caer, también, al final, sobre la acera. Pero no hay barrendero que pueda despegar un pétalo blanco o un ala de mariposa del suelo.

Mónica FERNÁNDEZ-ACEYTUNO

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito