FRANK LLOYD WRIGHT

ABC, 18-12-2004

FRANK LLOYD WRIGHT

No se sabe por qué hay nombres que se quedan en la memoria mejor otros.

Incluso nombres difíciles de pronunciar y de escribir como el de Frank Lloyd Wright, que a mí se me quedó grabado al verlo colgado sobre la fachada de la fundación Barrié hace ya algunos años. Conducía el coche por delante y aquel letrero y aquel nombre, habiendo pasado de largo, se me quedó grabado para siempre.

Como también ponía algo de arquitectura, empecé a pensar si sería este señor el de la casa en la cascada. Traté de ir una mañana a la exposición, pero sólo abría por las tardes, así que me quedé sin verla y, sin embargo, su nombre, se me ha seguido apareciendo. La última vez, la noche del pasado lunes, en un magnífico reportaje sobre su obra y, aún más desconocida para mí, su vida, que me dejó impresionada.

Su más querida casa, Taliesin, estaba dividida en tres partes: estudio, vivienda y granja, lo cual se acerca bastante a lo que yo creo que tiene que ser la felicidad: poder cultivar en un mismo lugar el arte, la vida y la tierra.

Pero en esa casa sucedió algo terrible y absurdo. Una noche, el mayordomo dio rienda suelta a una de esas reacciones desproporcionadas que suelen tener los perturbados, y no se sabe si alguien le dijo que la sopa estaba fría o la mesa mal puesta pero, estando Wright trabajando fuera, incendió toda la casa y cerró todas las puertas, menos una, donde esperó con un hacha al que intentara escaparse. Murieron siete personas, entre ellas la mujer de la que Wright estaba enamorado, y los hijos de ésta. Aún así reconstruyó Taliesin, que volvió a quemarseen 1925 y en 1952. Siempre la rehizo.

Con el dolor, comenzó Wright a redondear las formas en sus proyectos, por primera vez en los balcones de la casa en la cascada, con la misma suavidad de la roca por la que pasa una y otra vez el peso del agua.

Decía: «Dejad que vuestra casa parezca surgir sin obstáculos de su emplazamiento y encajadla para que armonice con el entorno si la Naturaleza está presente y, si no, procurad que sea tan plácida, sustancial y orgánica como lo hubiera sido la Naturaleza si hubiera tenido ocasión».

También dijo que «no hay que mirar a, sino mirar en».

Puede que haya sido esto, praderas, árboles, rododendros, agua, lo que yo vi al pasar en las letras de su nombre.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 18-12-2004

Para compilación de Naturaleza

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