ERIZOS

ERIZOS EN LA CARRETERA

No acierto a comprender qué busca un erizo en la carretera, qué le atrae, qué nota en sus manos, de cinco dedos, tan parecidas a las nuestras.

Tal vez la carretera guarda todavía en la noche un poco del sol del día y ese calor en las manos le gusta, como si fuera el calor de una piedra, o tal vez es que el erizo, al asomar desde esa selva que es en primavera la cuneta, se encuentra de pronto el horizonte despejado,con un camino firme, oscuro y liso en el que la luna tiembla. En todos los años de mi vida, no he visto más que a un erizo de noche en el campo, y mil en la carretera, y otro tan sólo pude oírlo con ese ruido que hace el erizo, al acercarme andando de noche por la yerba, una suerte de estornudo que no llega a estornudarse.

Desde hace sólo unos días se ven los primeros ejemplares, recién salidos del letargo, casi todos adultos, y más tarde, casi llegando el verano, aparecerán en el arcén también las crías. El erizo que yo veo es Erinaceus europaeus, y en las zonas mediterráneas vive otro que es de origen africano: Atelerix algirus, y en común tienen su única causa de mortalidad no natural conocida: la carretera.

Tanta púa desde el Paleoceno, tanta evolución para morir deslumbrados al final por esos dos soles en la noche que son las luces de los faros.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, Lunes 19-4-2004

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www.aceytuno.com

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