DÁURICA

BAJO EL PUENTE

Los ingenieros y los arquitectos se parecen a veces a esas buenas personas que son capaces de hacer muchísimo daño. Pero afortunadamente, no son ellos, sino los pájaros los que ponen la última voz, y los que curvan con sus vuelos y sus nidos de barro las paredes más lisas e inhóspitas. Así hacen bajo los viaductos las golondrinas dáuricas que están en expansión por toda la Península, y no se sabe si es porque el clima les resulta más favorable o porque cada vez hay más puentes de cemento. Esta golondrina de colores ocres y azules metalizados no quiere para pegar su nido la piedra ni la madera ni el hierro, sino el cemento entre todos los materiales, y la soledad de las puentes entre todas las compañías: por grande que sea el viaducto, por alto, por largo, no se cuenta más de un nido de golondrina dáurica pegado al techo. Una sola familia que con su vuelo parece querer decirle al pobre señor de Piedrafita, cuya vista ha quedado para siempre enjaulada entre los pilares, que la vida sigue siendo hermosa a pesar de todo.

En este lunes, que podría ser el lunes de todos los lunes, los nidos bajo los puentes están vacíos, rotos de soledad y de abandono. El vuelo de las golondrinas, a partir de hoy, habrá que imaginarlo.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 10-9-2010

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