COSTA GALLEGA

LA HERMOSA COSTA GALLEGA

La costa gallega es tan hermosa que al mirarla se tiene miedo de que pase el tiempo. Es amplia, limpia y abierta. Libre, como era la libertad antes de que nadie la nombrara.

Tiene unos acantilados por los que descienden árboles que deberían estar encaramados a los montes, y lo mismo se oye en el mar un ruiseñor que el chirrido de los charranes.

Las playas poseen el blanco nacarado del interior de una concha y el agua está fría, a veces helada, pero al salir nos llevamos su sal, su yodo, su claridad, su modo de brillar en mil centellas con el sol de la tarde.

Casi todo está libre de edificios y de casas apiñadas en enjambre, por lo que aún es posible contemplar la playa al completo: el mar, la orilla, la duna florecida de azucenas blancas y grandes como manos, la laguna de agua salobre y, ahora, por detrás, el humo de estos nuevos y desconcertantes incendios que siguen la línea de la costa.

Me pregunto si la tierra quemada vale menos. Más devastador que el fuego sería que alguien, con ojos de cemento, se hubiera fijado en la hermosa costa gallega.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 14-8-2006

Aceytuno.com

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