COMPOST

COMPOST

El compost se parece a lo que queda de las hojas del otoño, es materia orgánica transformada: el compost es la magia de la vida dispuesta a empezar de nuevo. Y no me importará tirar, en otro cubo, las peladuras de las patatas, si con ellas se hace un compost que impida que el suelo, después de tanto fuego, viento, sequía, lluvias…se vaya para siempre, hasta el mar, por los ríos.

La auténtica fertilidad de la tierra sólo la puedan dar los materiales orgánicos, por eso el compost va a necesitar un capítulo en exclusiva, y muy claro. Y habrá que formar a más expertos en compost, que hoy se cuentan con los dedos de una mano, y crear también, quizá, una cátedra del compost, y un control de sus calidades. Y habrá que unificar criterios para que en ninguna comunidad autónoma se pueda quemar materia orgánica, lo más valioso que hay para combatir el mayor problema ecológico que tiene España: la erosión del suelo.

Para las tierras cenicientas arrasadas por los incendios, para las rojas, envejecidas por la escorrentía, y para las tierras resecas, y para las verdes, empobrecidas por árboles del otro lado del mundo, no se ha publicado jamás una mejor noticia en los periódicos: el pasado viernes se aprobó el Plan Nacional de Residuos, y se nombra al compost, esa palabra tan rara que es toda la esperanza del suelo, el futuro de la tierra.

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