CENICIENTAS

LLUEVEN “CENICIENTAS”

Sucede cada noche. Son las 7:30 de la tarde en Canarias y el mar se hace oscuro como una cueva. La luna no ha crecido aún lo sufiente para rielar en el mar e iluminar el camino de la vida a los pollos de pardela cenicienta. Su casa es el océano, pero de él sólo conocen su sonido y su olor.

Hace más de una semana que sus padres han dejado de cebarles y el hambre les dice que ha llegado la hora del “aleteo”, el momento de buscarse la vida en el mar. Y se lanzan guiados por la escasa luz de la luna. Y tropiezan con otras luces:las de la civilización. Son las luces de los hoteles de los Cristianos o Las Américas en Tenerife o las de las farolas que iluminan las casas de Gran Canaria, Lanzarote o La Gomera. Se desorientan y caen a tierra, de donde ya no serán capaces de despegar.

Llueven a cientos cada noche y lo seguirán haciendo hasta el final de mes cuando la Luna se llene y les señale con más fuerza la dirección correcta.

Ya en alta mar aprenderán a pescar con sus picos fuertes y ganchudos, a beber agua salada eliminando el cloruro sódico…a dormir sobre las olas. Será otra llamada, tan intensa como la del hambre, la de la reproducción, la que les impulse al regreso. Habrán pasado siete años sin posarse en tierra firme, sin refugiarse en la “hura” en la que un día lloraron como un bebé pidiendo su comida.

Mónica Fernández-Aceytuno

CAMBIO 16, Noviembre 1994

Fondo de Artículos de la

Naturaleza de aceytuno.com

(Primer artículo escrito para

la prensa)

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