ARTHURUS ARCHERI

LA NOVEDAD

He visto en la orilla del río un hongo que parece un pulpo y que jamá había visto hasta ahora.

Tiene el tamaño de una estrella de mar mediana, igual que una mano abierta, y sus brazos son de un rojo sonrosado y se curvan un poco al final como los tentáculos de un cefalópodo. Por su aspecto, se nota que es un hongo exótico, distinto, nuevo. Tiene esa fuerza de la novedad que sólo poseen las especies que han conseguido librarse de su enemigo natural, al traspasar de manera accidental las barreras biogeográficas.

En el caso de este hongo llamado Anthurus archeri su origen está en la isla de Tasmania, al sur de Australia, y su periplo por Europa está relacionado con las fuerzas expedicionarias australianas y con el comercio de lana que alberga sus esporas. La primera vez que se observa en España en junto a una fábrica de tejidos de Guipúzcoa en 1963, y desde allí, con la ayuda de las moscas a las que atrae con su olor desagradable, avanza ahora por la Cornisa Cantábrica y Galicia.

Puede que la novedad sea la característica más robusta de la vida. Todo lo nuevo tiene una fuerza intrínseca, y esto lo saben no sólo los que observan la naturaleza, sino también los que trabajan la mercadotecnia y no ponen sobre la ropa

“temporada de otoño”, sino “¡nuevo!, ¡nuevo!,¡nuevo!”.

La novedad se ha acelerado en nuestros días. Es como si hubiéramos entrado en un programa de centrifugado y diéramos vueltas a mayor velocidad que antes, y así estas especies raras avanzan como si tuvieran pies, mientras nosotros vivimos también en así: ávidos de novedades.

De este día en la Tierra lo que vale no es que sea otro día. Es que es nuevo.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 25-8-2008

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