ANGULAS

LLEGAN BOLAS DE ANGULAS

La noche del sábado al domingo, que fue noche de luna nueva, parecía la ría vasca de Butrón un árbol de Navidad, con los anguleros dentro del agua, ciento cincuenta entre hombres y mujeres, cada uno con su farol y su cedazo.

La angula atraviesa el Atlántico en cardúmenes, una suerte de bolas de una tonelada que se disgregan cuando se acercan a la costa y el calado es pequeño, ya que estas bolas se dejan arrastrar a doscientos metros bajo el agua desde el Mar de los Sargazos, en un viaje que es tan largo y tan lento que cuando se dispersan para entrar en los ríos ya tienen las angulas cinco años de vida, aún siendo pequeñísimas, transparentes, cristalinas, tal y como las describe Txetxu Oliver, presidente de la asociación de anguleros de Butrón.

Anclados anteanoche en el agua, con un farol a la espalda, hombres y mujeres, esperando a las angulas, conversaban y arrastraban a ciegas el cedazo por un mar sin luna.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 5-12-2005

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